Proseguís vuestro camino en un intento de conseguir armas mágicas siguiendo los dragones cuando, de repente, todo el entorno cambió. El cielo azul había sido cubierto por grandes masas de nubes y el verde suelo se agrietó, volviéndose amarillo y desértico. Hace un calor bochornoso. Estáis sin fuerzas y paráis junto a un montículo a descansar en su sombra. Después veis que las siluetas de dragones subían por el montículo así que preparáis las cuerdas, piquetas y ganchos para escalarla. Os cuesta mucho subirla debido a lo empinada que estaba la pared.
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